martes, 29 de enero de 2008

Hágase el muertito

...all that's to come and everything under the sun is in tune
but the sun is eclipsed by the moon.

Eclipse - Pink Floyd



Imaginemos por un momento que Usted termina de leer este blog y comienza a sentir náuseas, se da cuenta que está empapado en sudor, que de la nada siente confusión y pánico sin saber la causa. Trata de levantarse pero las piernas no le responden, no siente el rostro, unas lucecillas vuelan a su alrededor como luciérnagas y finalmente el mundo entero se desplaza ante sus ojos solo para ver violentamente el suelo girar a una posición vertical luego del golpe que su cabeza ha dado contra el escritorio. No tiene fuerzas para gritar y el universo desaparece junto con Usted, antes que siquiera alcance a decir "Adios".

De aqui en adelante Usted tendría que seguir contando la historia, lo que debería ocurrir, las cosas que debería ver, el curso de acontecimientos que su educación, formación y cultura le han dictado que se deberían suceder. Usted seguramente hablará de lugares infinitos, confiará en que volverá a ver a sus seres queridos ya fallecidos, vivirá las consecuencias últimas de sus acciones antes de esa violenta transición al más allá, ya sea como purgando sus ofensas a su dios, reencarnando en otras criaturas, subiendo planos espirituales, rodeado de doncellas vírgenes (en general, rodeado de aquello que le provoque pensamientos cachondos) o simplemente flotando sobre suaves nubes de algodón tocando la lira y agitando sus blancas alitas.

Usted puede elucubrar mucho sobre lo que ha de venir, pero algo es seguro: Usted estará allí. Lo da por sentado. No puede ser de otra forma, ya que todos los humanos fallecidos pasaron por lo mismo. Se fueron pero nos siguen mirando, nos siguen observando, quizás nos están cuidando y lo que es mejor, algunos nos están esperando. Su corán, sus vedas, biblia, torá o tolkien le han dicho desde que nació que Usted estará en otro lugar tras su muerte, y se lo ha dicho a usted y a toda la generación que le precede. Y si debemos pagar culpas, usted es optimista, porque sabe que hay una justicia superior más allá de nuestra torpe justicia humana. Aunque deba purgar mil años o novecientas generaciones, tendrá oportunidad de saldar sus deudas y Usted estará listo para su paraíso eterno y celestial. Sabe que es así porque lo que ha de venir después de la muerte sólo depende de Usted. Y sabe que es así porque, muy en el fondo, Usted necesita que sea así.

Bien, pues le invito a hacer un supuesto. Imagine por un momento que todos a su alrededor le han mentido con o sin intención, y que en realidad nada de lo que usted creía sobre alguna existencia en el más allá es cierto. Sencillamente después de ese golpe en el suelo, el mundo se esfumó frente a sus ojos y ya no hay nada. Nada. Le suena familiar? Donde estuvo Usted anoche mientras dormía? solo recuerda hasta un cierto punto la noche anterior, y lo siguiente es el maldito despertador. Que ocurrio entremedio? usted se entregó al sueño porque tenia la confianza en que al día siguiente despertaría siendo más o menos la misma persona. Vamos un poco más hacia atrás. Donde estaba Usted antes de nacer? Qué estaba Usted haciendo durante la Toma de la Bastilla? Durante el asesinato de Julio César? Durante el nacimiento de Johann Sebastian Bach? Durante el desafortunado desembarco de Colón en Guanahani?

Permítame jugar una respuesta: Usted estuvo exactamente donde estará luego de su muerte. La Nada. Usted ya sabe cómo es y cómo se siente. Quizás le cueste aceptarlo, pues todo lo que le han enseñado sobre la prolongación, no tanto de la vida como de la conciencia, responde al temor más arraigado y antiguo de todo ser humano. No es el temor al dolor, pues el dolor tarde o temprano tiene un final. No es el temor a la culpa, pues la culpa tarde o temprano se paga. El temor más grande es la falta de un sentido para nuestra existencia presente. Es comprensible, nuestros seres queridos fallecidos deben estar en algún lado, nuestras acciones deben tener una trascendencia supraterrenal, nosotros como seres humanos debemos tener algún propósito superior. Debe existir un orden sobre este mundo, de lo contrario nuestra coexistencia como sociedades sería imposible. Nuestra permanencia en el Universo carecería de sentido.

Pero qué tal si por un segundo Usted supera el miedo al sin sentido? Si de pronto sencillamente acepta que la gente aparece y desaparece como todo lo demás que aparece y desaparece ante nuestros ojos, y que tal como ellos, también desapareceremos y que el presente es todo lo que tenemos? Si queremos armar una sociedad civilizada, cómo lo haríamos? Acaso tan sólo bastaría con ponernos ahora en el lugar de la otra persona, sin que haya una Justicia Divina en algun lugar del infinito esperando para juzgarnos? entonces necesitamos divinidades? necesitamos sacerdotes? necesitamos matar y morir por ideales? necesitamos una eternidad? necesitamos más que mirar a los ojos a la persona frente a nosotros? necesitamos más que vernos a nosotros mismos en el otro? Acaso no somos nosotros mismos la fuente de cualquier evental sentido?

Le invito a continuar jugando por unos segundos con esa respuesta. No se preocupe de ofender a su conciencia, pues al menos Usted se esforzará honestamente y con la mejor intención. Y por otro lado, si siente que está pecando, de todos modos Usted lo pagará de una manera justa.

viernes, 13 de abril de 2007

Pero no siempre fue así.

Rosencratz y Guildenstern están muertos y de eso al final no cabe duda. Pero sólo murieron cuando cayeron en cuenta de su muerte. Mientras no lo sabían estaban tan vivos como usted o como yo, como Nicanor Parra que aún no se nos va, o como Shakespeare que vive en el corazòn de su gente.

Lo cierto es que existieron mientras ignoraban su inexistencia, mientras pululaban en el castillo de Hamlet como traidos por un sueño y convencidos que era un sueño también lo que los rodeaba. Eran probablemente los únicos seres reales en un mundo poblado de personajes que a su vez eran actores interpretando otros personajes. Su propia incertidumbre los hacía reales, a diferencia del resto a quienes su propia certeza los hacía personajes.

Hasta que apareció alguien más real que ellos a despertarlos y junto con ellos algo en nosotros también despertó. Los acontecimientos se precipitaron, los seres antes reales volvieron a ser personajes, su historia fue la suya, la nuestra volvió a ser la nuestra y el sueño finalmente se acabó.

No queda más que cerrar el telón, aplaudir, apagar el televisor y levantarse del sillón. Creo que queda otra cerveza en el refrigerador.



Con esta pildorita roja doy por inaugurado un blog que no pretende otra cosa que ir a la deriva en ese mar de ideas subconcientes, que se navega más fácilmente a la hora de los sueños. En mi caso es aproximadamente como a las cuatro de la mañana, porque me gusta esa hora para pulular física y mentalmente por este mundo de personajes.


rro